martes, 18 de junio de 2013

¡Feliz verano!

                                                                 25 líneas

Hay tantos veranos como personas. Cada uno tiene su forma particular de descansar, de distraerse, de ocupar ese tiempo de ocio tantas veces descuidado.
Verano es sinónimo de vacaciones –por lo menos para los estudiantes– pero sería muy pobre que en septiembre ante la pregunta ¿qué has hecho en vacaciones?,  la respuesta se despachara diciendo: nada. O lo que es lo mismo, pasar los días entre bostezo y bostezo, víctimas de la enfermedad del aburrimiento. Dos meses así pueden tostar la piel, pero también queman la iniciativa, la creatividad, el deseo de llenar cada día de algo diferente y constructivo. A algunas personas les resulta difícil pasar del tiempo organizado al tiempo libre y cuando se encuentran con sesenta días sin despertador y sin horarios parecen perdidos en un inmenso desierto.
Hay asignaturas de verano que tienen gran importancia. No me refiero a esas del currículo académico que no se lograron superar, sino a asignaturas fundamentales  que forman parte de la vida. Por ejemplo, la convivencia familiar. Disfrutar de los padres, de los hermanos, de los abuelos…dedicarles tiempo, hablar con ellos y escucharles sin las prisas y el lenguaje monosilábico del móvil. Buscar alguna actividad gratificante: lectura, cualquier destreza manual, una salida a la montaña, unos días de playa. Descubrir el tesoro de la soledad, del silencio como reencuentro con uno mismo y con el gran misterio de la vida. Silencio que es espacio para el pensamiento y multiplica la riqueza interior. Decía nuestro Premio Nobel Juan Ramón Jiménez que “en la soledad se encuentra lo que a la soledad se lleva”. El silencio es un buen test para medir nuestra riqueza o nuestro vacío interior.
Verano es todo lo contrario a despreocupación, abandono, deambular de un lugar para otro sin rumbo. Así que a hacer cada uno su programa  para que las vacaciones resulten felices y fecundas.

Nos vemos a la vuelta.

P. Santiago

martes, 11 de junio de 2013

Ya se ve el final

                                                                     25 líneas    

Quienes hemos hecho el Camino de Santiago – algo muy recomendable para el cuerpo y para el espíritu–  sabemos que hay etapas incómodas por la  lluvia y otras en las que el sol aplasta por los campos de Castilla. Galicia es verde, frondosa, y hasta la misma lengua melosa y zalamera que se escucha en los pueblos suena a música que hace menos duro el tramo último hacia Santiago.
Hay una experiencia vivida por la mayoría de los peregrinos jacobeos. Cuando se llega al Monte do Gozo y se divisan las crestas románicas de la catedral del apóstol, la mochila pierde peso y las piernas se sienten más ligeras. Es como el náufrago que, después de nadar durante unas cuantas jornadas, divisa la costa y sueña con hacer pie en la playa.
Algo parecido sucede con el curso que ahora concluye. Ya están a la vista las fechas de los exámenes, cada uno ha señalado con un círculo rojo algunos días en el calendario de mesa y el sueño de terminar se convierte en un estímulo para esas horas de biblioteca delante de los libros y los apuntes.

¡Ya se ve el final! Hay que estirar el esfuerzo y la constancia, organizar el trabajo y el descanso, darse un chapuzón en la piscina si el calor aprieta y mantener  un grado de serenidad y de equilibrio para no perder las riendas de la propia vida. Todo menos vivir tensos y castigarse con pensamientos negativos. Una dosis diaria de silencio y de reflexión puede ayudarnos a valorar en su justa medida nuestro nerviosismo, nuestros enfados y  nuestros miedos para no fabricar problemas artificiales.

P. Santiago

sábado, 1 de junio de 2013

Solemnidad del Corpus

                                                                    25 líneas

Con la fiesta del Corpus (Fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo), la Iglesia nos quiere recordar el significado de la Eucaristía en la vida cristiana. Jesucristo – que ha querido quedarse con nosotros de modo particular  a través de los sacramentos y de su Espíritu–  sale este domingo a las calles de nuestros pueblos y ciudades como signo de cercanía y de vecindad. El paseo de Jesús por los lugares que sirven de escenario a nuestra vida, tiene que despertar en nosotros un sentimiento de gratitud y de alabanza. Es recibir una visita importante, pero sin protocolo ni escoltas. No es una visita pasajera, porque Jesús ha querido quedarse con nosotros definitivamente.
Si preguntáramos a muchas personas dónde se encuentra hoy Jesucristo, responderían que en las Iglesias, en la catedral…La respuesta es incompleta; la casa de Jesús es el mundo y, sobre todo, el ser humano. Cada uno de nosotros es casa y templo de Jesús. De modo especial, Jesús está presente en los que sufren, en los necesitados, en los débiles y desfavorecidos. Por eso el día del Corpus se celebra también el Día de la Caridad.
Encuentro, por tanto, con el Jesús–Eucaristía y cita con los necesitados que son testigos del hambre y del dolor. Si la Eucaristía no ensancha nuestro corazón y nos hace más hermanos los unos de los otros, es que no hemos entendido el mensaje central del Evangelio o lo hemos falsificado. Hay que vivir la cercanía de Jesús en el pan de la Eucaristía y en la proximidad con quienes no tienen pan y solo se alimentan de soledad y desamparo, acurrucados en una acera de la Gran Vía.

P. Santiago

miércoles, 29 de mayo de 2013

Cristianos tristes y desanimados

                                                                   25 líneas

En su Eucaristía diaria en la capilla de la Residencia Santa Marta donde vive, el papa Francisco acaba de advertir que hay muchos cristianos tristes y desanimados. Andamos escasos de alegría y de esperanza, sin duda. Unas veces por el cerco de noticias trágicas que nos rodean –violencia de género, atentados, un ventarrón que reduce las edificaciones de un poblado entero de USA a un montón de escombros…–  y otras por sentirnos afectados por un estado de malestar interior que no nos atreveríamos a definir. El resultado es una situación crónica de  insatisfacción que, a veces, roza con la melancolía. Alguien me decía que si las paredes de las habitaciones fueran transparentes, veríamos que hay muchas personas que lloran en solitario.
¿Por qué ser felices es tan extraordinario? ¿Por qué, en ocasiones, parece que nos falta el aire para respirar? ¿Por qué ese empacho de preocupaciones y problemas que  nos asfixia?
Confiamos excesivamente en que la felicidad nos venga de fuera y esperamos que se crucen no sé qué circunstancias para poder saltar de alegría. Algo semejante a quien tiene  en la mano el boleto de uno de esos sorteos con un bote millonario de premio y busca  impaciente su número entre los premiados.
No es así y  la felicidad, el gozo y la paz del corazón residen dentro de uno mismo. Es una tarea diaria, una labranza que hay que cuidar, un quehacer ininterrumpido.
Es verdad la advertencia del papa Francisco: hay demasiada gente triste y desanimada. No es fácil  justificar que vivan así los hombres y mujeres que han recibido el regalo de la fe. Creer es sentirse acompañado, escuchado, comprendido, perdonado por un Dios que es fuente de  vida y de esperanza.

P. Santiago

Pensamientos de San Agustín

Alimentados por la fe

“Quienes vivisteis en el pecado durante muchos y malos años, desead vivid para Dios; no por muchos años, que alguna vez han de acabarse y se apresuran a perecer en las sombras de la muerte, sino años buenos y cercanos en verdad a la verdadera vida, donde no sentiréis la fatiga de hambre o sed alguna, porque vuestro alimento será la fe, y vuestra bebida la sabiduría. Ahora, poseyendo la fe, bendecís al Señor en la Iglesia; pero entonces, poseyendo ya la realidad, os regarán con toda abundancia las fuentes de Israel” (Sermón 216, 4)

domingo, 19 de mayo de 2013

Feliz Pascua de Pentecostés


                                                                    25 líneas

Cincuenta días después de la resurrección de Jesús, la Iglesia celebra la Pascua de Pentecostés que hace memoria de la venida del Espíritu Santo sobre la naciente Iglesia. Aquellos pescadores convertidos para siempre en mensajeros y testigos del Evangelio abandonaron todos sus miedos y se sintieron llenos de una fuerza interior como si hubieran recibido una inyección de coraje y de libertad. Las palabras de Jesús “No os dejaré huérfanos, yo volveré a vosotros” (Jn 14,18), se habían cumplido.
La historia de los apóstoles –como la de muchos hombres y mujeres de todos los tiempos–, no se explica si no es desde su experiencia de sentirse habitados por Alguien que ilumina, enciende y alegra su vida. 
Para hablar del Espíritu Santo se han utilizado comparaciones y  nombres diversos. Uno de ellos es hablar del Espíritu como “viento sagrado”. Todos hemos visto esos molinos que, colocados sobre los altozanos,  abren sus inmensos brazos al viento para que se produzca el milagro de la energía eólica. Algo así –con la distancia de todos los símiles– sucede con la presencia del Espíritu Santo dentro de nosotros. A pesar de nuestra torpeza tanta veces  demostrada, de nuestros egoísmo y nuestra pereza,  el ser humano es capaz de perdonar y de amar sin medida, de multiplicar  razones a favor de la justicia, de abrir el corazón a los más desfavorecidos  para ofrecerles habitación y regazo, de dictar palabras para defender la verdad aun con el precio de la propia vida.  Así, movidos por el aliento del Espíritu de Jesús, hay quienes cuidan el hermoso tapiz de la creación, mueven ríos de solidaridad, ponen alas a la ciencia, abren caminos a la ternura de Dios, construyen un mundo nuevo mientras llega el reino prometido por Jesús.
Que la Pascua del Espíritu  llene nuestros vacíos, sea nuestra luz inextinguible y brisa  en las horas de fuego.

P. Santiago

viernes, 17 de mayo de 2013

Tiempo de exámenes y de autocrítica


                                                                  25 líneas

El tiempo va recortando días al curso, de modo que ya estamos apurando  las últimas fechas del calendario académico. No es que corran los días ocupados por las clases o las horas de biblioteca, es la maquinaria imparable de la existencia humana, la vida que implica ganar y perder, abrazar y despedir, disfrutar y sufrir.
Si hay algo que de verdad importa, es sentirse uno cada día protagonista de una historia que se va tejiendo con un argumento  irrepetible. Concluye un capítulo más entre la satisfacción de un puñado de tareas realizadas y el posible mal sabor de haber tirado  por la borda demasiadas posibilidades. Aunque suene a título de programa radiofónico de RNE, “nunca es tarde” o, lo que es lo mismo, los errores también pueden ayudarnos a construir el futuro. En vez de buscar falsas razones para justificarlo todo, hay que atreverse a ser juzgados por la verdad que es como un bisturí que deja al descubierto nuestros comportamientos más ocultos. Solo así se pueden sanar actitudes erróneas que están frenando un cambio de mentalidad o un estilo de trabajo que es fuente de fracasos.
El mayor error es permanecer en el error y la herida más grave es la que afecta a la ilusión y la constancia, porque es tanto como aceptar pasivamente la derrota y acostumbrarse a la mediocridad crónica. En definitiva, se trata de acostumbrarnos a la autocrítica constructiva,  hacer diariamente el análisis de la propia vida y transitar por los pasillos de la sinceridad sin tropezar en los obstáculos que nosotros mismos colocamos. 

P. Santiago

Pensamientos de San Agustín


FE Y HUMILDAD

“La fe de los cristianos conoce lo que nos ha aportado la humildad de tan gran excelsitud; de ello se mantiene alejado el corazón de los impíos, pues Dios escondió estas cosas a los sabios y prudentes y las reveló a los pequeños. Posean, por tanto, los humildes la humildad de Dios para llegar a la altura también de Dios con tan grande ayuda, cual jumento que soporta su debilidad. Aquellos sabios y prudentes, en cambio, cuando buscan lo excelso de Dios y no creen lo humilde, al pasar por alto esto y, en consecuencia, no alcanzar aquello debido a su vaciedad y ligereza, a su hinchazón y orgullo, quedaron como colgados entre el cielo y la tierra, en el espacio propio del viento” (Sermón 184, 1).

domingo, 12 de mayo de 2013

Rosario Universitario 2013


Como cada año, desde Pastoral Universitaria han organizado el rezo de un rosario en Ciudad Universitaria. El próximo martes día 14, nos daremos cita a las 7 de la mañana en la parada de metro "Ciudad Universitaria" para iniciar el rezo de la oración mariana acompañados por Ntra. Señora de la Almudena. Caminaremos en oración hasta el monumento a la Inmaculada ubicado tras el Museo de América y cerca de la Escuela de Ingenieros Navales. Allí celebraremos la Eucaristía a las 8:00h.

 ¡¡Estáis todos invitados!!

Para más información, pincha aquí. 


La resurrección de Jesús, fundamento de nuestra fe


                                                                   25 líneas

San Pablo escribe: “Si Jesucristo no ha resucitado,  nuestra predicación no tiene contenido ni vuestra fe tampoco” (1 Cor 15, 14).El papa Francisco se preguntaba en la audiencia del pasado miércoles día 10 en la Plaza de San Pedro: ¿Qué significa la Resurrección para nuestra vida? Y, ¿por qué sin ella es ilusoria nuestra fe? Y él mismo respondía: “Nuestra fe se funda en la muerte y resurrección de Cristo, igual que una casa se asienta sobre los cimientos: si ceden, se derrumba toda la casa”.
Si Cristo no hubiera resucitado, nuestra mirada consistiría en un mirar hacia un pasado lejano o un releer los escasos textos que nos hablan de las palabras y los gestos de un Jesús que pertenece al pasado. Pero resulta que la fe no es una historia de ayer y lo importante no son los discursos de Jesús, sino que su vida sobre el escenario de la tierra hace dos mil años, supone hoy  la presencia de Dios  entre nosotros.
Hay que atreverse con una pregunta peligrosa: ¿Por qué creo? La respuesta tiene que ser personal y no vale buscarla  entre los libros cercanos. ¿Puedo justificar la fe ante mí mismo?  Desde el punto de vista humano, Jesús muere en la cruz como un fracasado que los poderosos de su tiempo quisieron eliminar por incómodo.
Se podría pensar que, después de la Pascua, los discípulos  fueron dispensados de la fe porque fueron testigos de una serie de encuentros deslumbrantes y no es así. Los discípulos –como los creyentes de todos los tiempos–  vivieron envueltos en el misterio. Vieron con los ojos de la fe y la fe se sostiene en pie o se derrumba, si uno está dispuesto a vivir en la confianza en Dios.
Es una fe entendida como un amor que  rodea y acompaña, un  foco de paz y de  inquietud, una razón permanente para la  búsqueda y para disfrutar del gozo del encuentro, una presencia viva de quien ha vencido a la muerte y por eso hoy continúa entre nosotros. 

P. Santiago

miércoles, 1 de mayo de 2013

Mayo, madre, María


                                                                 25 líneas

La M de mayo, de madre y de María, llena los ojos de luz y remueve la arquitectura del corazón. Mayo –como Sevilla– tiene un color especial. La primavera ya ha madurado, los días se despiden con el color rojo de la sangre nueva de la naturaleza cada día más poblada de mariposas, los parques, al atardecer, son un concierto de trinos.
Mayo también es madre, la palabra que, con caligrafía infantil escribimos un día en el colegio sobre un folio con un dibujo coloreado. Nacimos, crecimos y nos movimos nueve meses por los secretos rincones de las entrañas de nuestra madre. Conocimos que las madres son aterciopeladas por dentro  y por eso acarician desde el primer día de nuestra existencia. Nueve meses cuerpo a cuerpo y alama a alma, hacen que los ojos de las madres lleguen donde no alcanzan los Rayos X ni el escáner más penetrante. Las madres presienten, adivinan, intuyen, aciertan siempre.
Y mayo es María, bendición de Dios sobre el mundo, celda del Espíritu, mar inagotable de esperanza. Es la madre que no envejece ni pierde la cabeza y mucho menos el corazón. La madre que nos espera para hablar todas las noches después de haber recorrido otro día. Hay veces que nos sentimos como el niño que ha roto su juguete preferido o como eternos adolescentes que se miran al espejo,  preocupados por unos granillos en la cara que no hay manera de que desaparezcan.
María –como todas las madres– es manirrota  en amar, encaprichada en consolar, especialista en sentarse a la cabecera de nuestra cama cuando tropezamos con el misterio de dolor, de la soledad o de la incomprensión. Dicen las madres que los hijos crecemos demasiados deprisa y están deseando bajarse del regazo y corretear sin descanso. Hasta que tropezamos, nos golpeamos con una esquina y volvemos a buscar el abrazo caliente de la madre que lo arregla todo con una galleta o un  par de besos sonoros.
Además de tiempo para  preparar exámenes, mayo es mes para  volver a María.

P. Santiago

miércoles, 24 de abril de 2013

24 de abril: Fiesta de la Conversión de San Agustín


                                                                       25 líneas

El 24 de abril celebra la Iglesia la fiesta de la conversión de san Agustín. No es la fecha de  publicación de uno de sus libros y tampoco de algún acontecimiento singular  de su vida. Es el recuerdo de la obra que Dios hizo en su vida.
Ante la galería de los santos uno se queda asombrado por su talla espiritual –a veces también intelectual–  y la distancia de los siglos es otra barrera que parece distanciarnos.  No ocurre así con san Agustín que despierta una extraña cercanía. Es el hombre próximo, el pensador siempre apegado a cuestiones vitales, el santo que presenta una biografía con los claroscuros propios de la condición humana. Una vida llena, tensa  e intensa, con hambre de verdad, de belleza y de amor. Manuel Machado lo definió como “el amigo santo y el santo amigo”. Un amigo santo, nos obliga a la certeza de que Dios y el amor son, al fin, más fuertes que todos los poderes y todas las mezquindades humanas. Un santo amigo, es alguien vecino que  permitió a Dios labrase la tierra de su vida y, a partir de ese momento, se tomó en serio el gozoso y dramático oficio de ser hombre siguiendo a Jesucristo.
Como pensador, estiró la razón para desentrañar las preguntas que a todos inquietan y utilizó esa misma razón para conocer a Dios y escrutar los fundamentos de la fe. Después de un tiempo azaroso de búsqueda, Dios salió a su encuentro y fue bautizado (387) por Ambrosio, obispo de Milán. Fue ordenado primero  sacerdote (391) y más tarde, obispo (395) para regir la diócesis de Hipona.
Agustín es el creyente de la fe buscada, pensada, cultivada, celebrada, expresada. Que sea el Padre de la Iglesia más citado en el Vaticano II puede ser un indicador de su actualidad. Por eso el título de “el primer hombre moderno” no es  gratuito.

P. Santiago

domingo, 14 de abril de 2013

Alegres como unas pascuas


                                                                    25 líneas

ALELUYA, según la Real Academia Española, se usa como expresión o sinónimo de alegría. Es una palabra hebrea que significa Alabado sea Dios. El último de los salmos, el salmo 150, dice: "¡Aleluya! Alabad a Dios en su templo, alabadlo en su firme firmamento, alabadlo por sus obras magníficas…Todo ser que alienta alabe  al Señor. ¡Aleluya!”.
Grito de alabanza y de júbilo que también aparece en otros libros de la Biblia y que resuena con especial sonoridad cuando la Iglesia celebra la solemnidad de  la Resurrección de Jesucristo. Que Jesús haya resucitado y esté vivo en medio de nosotros es una noticia que ha permitido exclamar a la piedad popular: “Alegres como unas Pascuas”. Las tres Pascuas –Navidad, Resurrección y Pentecostés– son un pregón de alegría que llena la tierra entera.  
Un obispo español que según su carné de identidad cuenta ya con 97 años, pero tiene un corazón joven, escribe: “El Señor no quiere seguidores gruñones, ni malhumorados, ni entristecidos. No le gustan las procesiones de sauces llorones. No le agradan las letanías de resentidos. No quiere hermanos de la Cofradía del Perpetuo Suspiro. Los cristianos hemos recibido en el Bautismo la consigna de servir al Señor con alegría; el mal humor no es un buen conductor de la Buena Noticia del Evangelio”.
Federico Nietzsche  lanzaba una crítica afilada a los cristianos diciendo: “Los cristianos no tenéis cara de resucitados”. Y el escritor estadounidense Julien Green, cuando la idea de la conversión comenzaba a rondarle la cabeza, solía colocarse a la puerta de las iglesias para ver los rostros de los que salían del templo  y pensaba: "Si ahí se encuentran con Dios y ahí asisten a la muerte y resurrección de Jesucristo, tendrían que salir con rostros alegres, serenos, luminosos. Y se preguntaba: ¿dónde dejaron la alegría de la Pascua?”.

P. Santiago

domingo, 7 de abril de 2013

la historia completa


                                                                 25 líneas

Hay quienes censuran la historia y recortan las páginas que les resultan poco ejemplares o las que pueden ser un tanto comprometedoras. El fraude es mucho mayor cuando se omiten hechos o capítulos fundamentales de una biografía.
Algo de esto puede suceder con la figura de Jesús de Nazaret. La Pascua es un himno de esperanza con  su  música de aleluyas y un mensaje de paz y de alegría que es bálsamo que todos recibimos con el alma abierta. Olvidamos, sin embargo, que a la Pascua le preceden la tragedia del Viernes santo y la soledad del Sábado. Es fácil identificarse con la victoria sobre la muerte, pero intentando borrar el dolor, el contratiempo inesperado, el fracaso que rompe todos nuestros cálculos.  El sufrimiento es una cátedra de humanidad en la que nos matriculamos el día de nuestro nacimiento. Antes que aprender a hablar o a reír, rompemos a llorar como si hubiéramos ensayado el arte de las lágrimas durante los meses de gestación en el seno de nuestras madres. Y si algo hay que evitar es el sufrimiento estéril que es como un torrente de agua impetuosa que anega los campos y pudre los cultivos, en vez de ser un elemento de fecundidad y una garantía de cosecha abundante.
No se puede pasar por alto que el resucitado es el crucificado. El desenlace final de júbilo y de triunfo tiene su prólogo de sombras y de sangre. Así es la vida, con su trenza de risas y de llanto, un largo camino de pasos, a veces  lentos  y torpes, una  cadena de honras humanas que se desmenuzan como arena. Así, hasta que lleguemos a la cumbre y al encuentro con el Dios de nuestra fe que nos espera en la plaza mayor de su reino, después de haber cruzado sendas estrechas y sentir la sed vital de verdad, de luz y de amor infinitos.

P. Santiago

domingo, 31 de marzo de 2013

¡Aleluya, que Jesús, el Señor, ha resucitado!


                                                                      25 líneas 

La alegría de la Navidad es más ruidosa y callejera, la alegría de la Pascua de la resurrección de Jesús pasa más por el corazón. Es el final feliz de una historia que se va oscureciendo y parece desembocar en un enorme fracaso. No es así y que la muerte haya sido vencida ilumina el futuro de nuestra vida, ese más allá desconocido y envuelto inevitablemente en sombras.
La resurrección de Jesús significa que alguien me espera el último día para celebrar la gran fiesta del encuentro con dios y el reencuentro con esa lista de personas queridas que un día tuve que borrar en la agenda. No es un ejercicio de imaginación, sino un acto de fe y de esperanza,  un regalo gratuito que  llena mi boca de risas y de cantares.
Está resuelta la pregunta acerca del más allá y tengo la clave para entender el más acá con sus días llenos de nubarrones y esas noticias que son un golpetazo en el alma.
La Pascua de la resurrección de Jesús huele a primavera, es una hoguera de luz y de gozo que alborota la sangre de los creyentes. Hay que salir a las calles y colocar un cartelón sobre nuestro cuerpo que diga con palabras mayúsculas: “Muerte y Vida lucharon / y la muerte fue vencida. Es el grano que muere / para que triunfe la espiga. /. Cristo es nuestra esperanza / nuestra paz y nuestra vida”.
El poeta madrileño José Hierro confiesa: “Llegué por el dolor a la alegría. / Supe por el dolor que el alma existe. / Por el dolor, allá en mi reino triste, / un misterioso sol amanecía”.  
No se puede vivir la fe acurrucados detrás del miedo como niños perdidos en un bosque. La fe es alegría y es esperanza que no se agotan porque  Alguien que ha vencido a la muerte me ama infinitamente.

P. Santiago. 

Pensamiento de San Agustín

Resucitamos con Él

“Por consiguiente, como llevamos la imagen del hombre terreno, hemos de llevar también la imagen de quien procede del cielo; de momento, mediante la fe, por la cual hemos resucitado también con él, para que tengamos, asimismo, nuestro corazón en lo alto, allí donde Cristo está sentado a la derecha del Padre, y, en consecuencia, busquemos y gustemos las cosas de arriba, no las de la tierra” (Sermón 362,16) 

viernes, 22 de marzo de 2013

La semana más santa del calendario


                                                                    25 líneas

Con el Domingo de Ramos da comienzo la Semana Santa. La Navidad nos invita a mirar con ojos de ternura a un Dios hecho niño, ahora nuestros ojos se centran en un Dios golpeado y clavado en una cruz. Casi parece imposible que sean capítulos de una misma historia. El salto de los villancicos a las lamentaciones nos hace pensar en una vida tensa con un final dramático. Por fortuna, no es así la vida de la mayoría de los seres humanos pero, aunque solo existiera una persona  que muriese víctima de la injusticia, Jesús habría aceptado ser prototipo de la humanidad más doliente y de un amor infinito que se entrega a favor de todos, particularmente de los más inocentes.
La muerte cruenta de Jesús –que es la noticia inaudita de un Dios crucificado– es una noticia que produce  escándalo y gratitud al mismo tiempo. “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jon 15, 13). Desde esta afirmación rotunda de san Juan es posible comprender el misterio de la muerte de Jesús. Dios no nos ama de palabra sino de verdad y su misericordia llega a todos sin exclusión.
El amor y el dolor son asignaturas troncales de la existencia humana. En Jesús crucificado se entiende como el amor –cuando es verdadero y no se reserva nada– lleva a entregarse para dar lo mejor de uno mismo a quien amas. Este amor vence la muerte y es vía segura para llegar a la resurrección. El crucificado es el resucitado y quien ha querido participar de nuestra muerte, nos invita a participar en su resurrección. Éste es el cimiento firme  de nuestra esperanza.
Que no se  nos escape la Semana Santa sin un tiempo para la reflexión. Hay que exprimir esas dos realidades tan densas que tejen el argumento de estos días: el amor y el sufrimiento. El sufrimiento de los parados, los enfermos incurables, los que viven en el pozo de la depresión…nos rodea, pero el amor escasea. Si “tanto amó Dios al mundo que  dio a su Hijo único para que tenga vida eterna” (Jn 3, 16), ¿existe otro modo de entender la vida según el Evangelio?

P. Santiago

lunes, 18 de marzo de 2013

Un Papa de nombre Francisco

                                                                     25 líneas 

S.S. Francisco en la audiencia pública a los periodistas. Aula Pablo VI

La tarde del 13 de marzo sobre la chimenea de la Capilla Sixtina se posó durante casi media hora una gaviota. Algunos quisieron ver en aquella escena el presagio de que la elección del sucesor de Benedicto XVI podía producirse muy pronto y así sucedió. A las 19, 07 horas comenzó a salir la fumata blanca que anunciaba el consenso de los cardenales reunidos en cónclave.  A las 20,15 horas se abría el balcón central del Aula de las Bendiciones, situada sobre el pórtico de la Basílica de San Pedro,  que da a la plaza. La noticia rompía todos los pronósticos. El argentino JORGE MARIO BERGOGLIO, jesuita de 76 años, arzobispo de Buenos Aires,  era el primer papa latinoamericano y entraba en la historia de los  papas con el nombre de FRANCISCO como homenaje y recuerdo de san Francisco de Asís.
Francisco de Asís es sinónimo de sencillez, libertad, amor a la pobreza, Evangelio puro, y también de reforma. Quizá con estos mimbres  teja el nuevo papa  su programa pastoral  e intente modelar la nueva evangelización.
El papa Francisco ha comenzado su pontificado con gestos de serena sobriedad. Probablemente no tenga el gancho popular de Juan Pablo II ni el magisterio universitario de Benedicto XVI y sus funciones de padre, pastor y maestro rebajarán entusiasmos y ostentaciones, pero su mensaje de renovación, de paz y de esperanza, irá calando como la lluvia que caía sobre Roma la tarde–noche del miércoles 13 de marzo.

P. Santiago

lunes, 11 de marzo de 2013

Esta semana, Cónclave

                                                                     25 líneas


Ningún católico puede vivir de espaldas a Roma. Roma es lugar donde se veneran los restos del apóstol Pedro, centro de peregrinación para aquellos que desean encontrarse con la figura del papa y símbolo de la universalidad de la Iglesia.  Roma, además, es esta semana punto de interés  informativo para los medios de comunicación del mundo entero. El martes día 12 de marzo se iniciará el cónclave para la elección de un nuevo papa, sucesor inmediato de Benedicto XVI.
Algunos periodistas se sitúan ante este hecho como si fuera una noticia comparable a las elecciones que, periódicamente, se celebran en todos los países democráticos. En este caso, sin embargo, a la singularidad de que la Iglesia y el papa rebasan las barreras geográficas, hay que sumar el carácter espiritual del acontecimiento.
El cónclave es un acontecimiento espiritual porque entre  las largas filas de cardenales vestidos de rojo y envuelto en melodías gregorianas se mueve el Espíritu Santo que actúa, evidentemente, a través de mediaciones humanas. El Espíritu Santo, sí, porque la Iglesia no es una multinacional y trasciende los límites de cualquier organización.
Esta semana hay que fijar la mirada en Roma –en ese lugar  considerado como la síntesis del Renacimiento italiano donde el genio de Miguel Ángel pintó la bóveda más grandiosa e inimaginable–  y unirnos en un abrazo de oración para que los cardenales electores elijan al pastor y testigo de Jesucristo que nos ayude a todos a fortalecer y celebrar la fe. El cardenal agustino Prosper Grech será el encargado de dirigir la última meditación a los cardenales antes de cerrarse las puertas de la Capilla Sixtina  donde hasta la fecha se han celebrado 24 cónclaves.

P. Santiago


domingo, 3 de marzo de 2013

Pensamiento de San Agustín

Abrahán creyó 


"En su corazón mantenía la fe siempre inmóvil y en modo alguno deficiente. Pensó Abrahán que, si Dios hizo que naciera de unos ancianos el que no existía, podía también recogerlo de la muerte. Más difícil era lo que ya había hecho Dios, al ver que le daba un hijo que no existía después de tanta desesperanza; si atiendes a la debilidad humana, eso era imposible. Así, pues, sujetó su ánimo a la fe. Creyó que nada era imposible para el Creador. Así como creyó que recibiría un hijo, creyó después a Dios que mandaba. Al recibir el hijo había comprobado la palabra de Dios. Creyó, pues, antes de recibirlo y creyó antes de matarlo. Fue siempre fiel y nunca cruel" (Sermón 2, 1)

¿Es posible cambiar de corazón?


                                                                 25 líneas

Desde los años ochenta  es posible vivir con el corazón de otra persona. Nuestro país a la cabeza de Europa en donantes de órganos y los trasplantes ya casi no es noticia más que para la familia del enfermo. Quiere decir que sí se puede cambiar el corazón y otros muchos órganos vitales.
Más difícil es cambiar el corazón en sentido simbólico como expresa  la súplica que encontramos en  el Salmo 50: “Oh Dios, crea en mi un corazón puro, / renuévame por dentro con espíritu firme”.
Un trasplante va unido a una preparación, una cirugía, unos cuidados posteriores, un estar atentos a cualquier síntoma de rechazo, una vigilancia permanente…Todos hemos dicho alguna vez que queríamos cambiar, arrancar las raíces del egoísmo, dejar de arrastrar las cadenas de nuestras esclavitudes. Proyectos muy poco duraderos por pretender que toda esa transformación de nuestra vida fuera indolora y no exigiera ninguna atención. Sin el gotero de la Eucaristía y de la oración, sin unos minutos diarios de silencio para repasar el crecimiento de nuestra fe y sin gestos diarios de generosidad y de servicio a los demás,  el rechazo es inmediato e inevitable.
Los trasplantados quedan “enganchados” al equipo que realizó la intervención para revisiones periódicas y cualquier emergencia imprevista.  Si yo quiero cambiar el corazón “por dentro”, apoyado únicamente en mis fuerzas, sin vivir enganchado a Jesucristo, será una aventura imposible. Ya nos lo advirtió Jesús:”El que sigue conmigo y yo con él da fruto abundante, porque sin mí no podéis hacer nada”  (Juan 15, 5).  ¿Quién no colecciona en su archivo personal  una torre de propósitos incumplidos porque nuestra voluntad es movediza como el agua del mar, tambaleante como el caminar de un niño que comienza a andar?   

P. Santiago

Gracias te doy Señor

Gracias te doy, Señor,
por ese amanecer de tu luz en mi frente,
por ese sol de lluvia
que hizo brotar en mí el ansia de tu fuego,
por esa nube opaca
en la que me ocultas lo que no era tu gloria,
la gloria de tu herida,
de tus manos abiertas, de tu silencio oscuro.

Gracias por el impulso
que me llevó al camino donde tú me esperabas
y donde derribaste el frágil edificio
en que viví eludiendo mis propias realidades.

Porque has visto en mis ojos la pequeñez del mundo
y la codicia ruin que nos ensucia el pecho
te dignaste venir Tú mismo a redimirme
en el tierno esplendor de un celaje de otoño.

¡Mañana de aquel día! Y tu voz en las voces
que amándote callaban,
en el dulce secreto de las hojas crujientes
en la pena sin gritos de tronco despojado...

Gracias te doy,Señor, por haberme invadido
a pesar de mis dudas y mis obstinaciones;
por ese amanecer de tu luz en mi frente,
porque eres Tú, y mi alma glorifica tu nombre....

[E. de Champourcin]

martes, 19 de febrero de 2013

Cuaresma, tiempo para la acción de gracias

                                                               25 líneas


Casi siempre se asocia la Cuaresma a prácticas de penitencia –que tienen su significado y encajan perfectamente como preparación para la Pascua–, pero que dejan muy en segundo lugar una pregunta básica en la vida cristiana: nuestra relación personal con Dios. Y sucede que nuestros olvidos son, con frecuencia, selectivos y la gratitud suele quedar arrinconada en el fondo de la memoria. Como si no sobraran razones para dar gracias a Dios por  todo lo que somos y tenemos. Pensamos que en el mundo todas las personas de nuestra edad gozan de la misma libertad y salud, idéntica posición económica y acceso a una educación que va a ser una llave de acceso al futuro. Repasamos más lo que nos falta que las muchas cosas y oportunidades  de que disponemos. Por eso, el ejercicio de la gratitud debería entrar en el programa de Cuaresma como asignatura obligatoria.
Hace poco tiempo ha fallecido un amigo sacerdote que dejó escrito como testamento un hermoso himno de acción de gracias que yo he leído y  saboreado lentamente. Escribía: “Gracias porque al fin del día, podemos agradecerte: El vivir y el haber vivido/ la salud/ los bienes materiales/ la familia/ la fe/ la belleza del cosmos/ el ingenio/ la vida y la vocación/ los años de colegio/ el afecto/ los amantes de la paz/ ser hijo de Dios/ saber leer/ la amistad/ las fiestas/ la música/ una vivienda digna/ el receptor de radio/ la ancianidad/ los cuidadores de personas/ los animales de compañía/ los templos/ los grandes centros comerciales/ las tiendas del barrio/ que seas Padre nuestro/ la casa de los abuelos/ la poesía/ los objetos de capricho/ el cine/ todo”.
Sobre este borrador, cada uno podría añadir  los mil motivos para sentirse  inmensamente  agradecido y feliz.

P. Santiago

Pensamiento de San Agustín

"Así, pues, la turbación del agua simbolizaba la pasión del Señor; la cual se llevó a cabo perturbándose el pueblo judío. El enfermo cree en esta pasión, y al creer en ella, como bajándose al agua movida, es curado. El que no curaba por la ley, es decir, estando en los pórticos, es curado por la gracia creyendo en la pasión de nuestro Señor Jesucristo. Sanaba uno simbolizando la unidad (es decir, es curado todo el que se acerca a la gracia porque hay unidad de semejanza); pues ¿qué dice aquí? Estableció las subidas en su corazón, en el valle del llanto, en el lugar que dispuso. Nos gozaremos ya en aquel lugar" (Comentario al salmo 83, 10).

miércoles, 13 de febrero de 2013

La cuaresma que pasa por el corazón

                                                                   25 líneas


El miércoles  13 de febrero, con el rito de la imposición de la ceniza, comienza la Cuaresma. Es la meta de salida hacia la Pascua.  Otra vez la Cuaresma con su invitación a la  conversión que nada tiene que ver con  esa visión de un Dios que es un rival para el ser humano, una objeción para ser felices.
No queda tan lejos la celebración de la Navidad en la que experimentábamos la cercanía de un  Dios vecino nuestro que no galopa solemnemente por las nubes, sino que lleva y mece  en sus brazos nuestra vida, cuida  y protege nuestros días y  nuestras noches.
El mundo, sin embargo, no es un globo de colores, la violencia y la guerra son noticia diaria y los caminos de la felicidad parecen inciertos. Pero Dios no está enfadado; es  un Padre desmemoriado que no lleva cuenta de nuestros errores por repetidos que sean y nos ofrece su amistad. Ser amigos de Dios es bueno, curativo, estimulante. Y para ser amigos de Dios solo hace falta tener  el corazón limpio, abierto, transparente. 
Este es el mensaje de la Cuaresma. El profeta Joel dice: “Rasgad los corazones y no los vestidos; convertíos al Señor, Dios vuestro, que es compasivo y clemente, paciente y misericordioso” (Jl 2, 13). Y Jesús advierte en el Evangelio que  no busquemos la publicidad a la hora de defender la justicia, practicar la limosna o dedicar un tiempo a la oración, porque Dios no se fija en las fachadas, sino en las habitaciones  interiores. 
La humanidad sufre una lista de carencias. Faltan alimentos,  paz,  trabajo, confianza, esperanza, compasión…La palabra felicidad es el deseo más profundo que todos acariciamos, el bien más buscado. “Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante”, dice Jesús (Jon 10, 10). Puede ser, entonces, que necesitemos acercarnos a la fuente de la vida. ¿Por qué no lo intentamos esta Cuaresma de 2013? Hoy que ya son posibles tantos trasplantes, también se puede cambiar el corazón; es la clave para ser feliz de verdad.   

P. Santiago

martes, 12 de febrero de 2013

Pensamientos de San Agustín


"Limpiemos el corazón por la fe y preparémonos, por decirlo así, para aquella inefable e invisible visión: Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Ciertamente, el Hijo es invisible en la forma de Dios, por la cual es igual al Padre; pero para hacerse visible a los hombres tomó la forma de siervo, y, hecho semejante a los hombres, se hizo visible. Se había ya mostrado a los ojos humanos antes de tomar la carne, según le plugo en apariencia de criatura, pero no como Él es" (Comentario a Juan 53, 12).

Una noticia inesperada y ejemplar


Benedicto XVI  ha tomado la decisión de renunciar  a su ministerio como papa. Lo anunció, inesperadamente, el pasado 11 de febrero a las 12,30 del mediodía. Un gesto de lucidez y honestidad, propio del la sabio  que acepta de forma realista   las limitaciones de su edad.  El mundo actual –sometido a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la Iglesia– necesita al timón  hombres en los que se aúnen la fortaleza física y el vigor espiritual. La salud física de Joseph  Ratzinger nunca fue de hierro y, últimamente se  veía mermada notoriamente.
Con palabras escuetas, confesaba el papa su debilidad y manifestaba su agradecimiento a sus colaboradores más cercanos: “Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos”.
El papa sabio y  sencillo, de voz persuasiva y porte  tímido, libre ante Dios y ante los hombres, se retira para ocupar  sus días a la oración y el estudio. Deja un ejemplo elocuente de fe y humildad, una estela de lucidez intelectual extraordinaria, un magisterio de gran riqueza doctrinal y  una resolución valiente ante problemas que exigían actuaciones firmes.
Se va, también, el papa enamorado de san Agustín: “Cuando leo los escritos de san Agustín no tengo la impresión de que se trate de un hombre que murió hace más o menos mil seiscientos años, sino que lo siento como un hombre de hoy: un amigo, un contemporáneo que me habla, que nos habla con su fe lozana y actual”. (Audiencia general del 16 de enero de 2008).
En otra ocasión no dudó en decir que para él, san Agustín siempre había sido “un buen «compañero de viaje» en mi vida y en mi ministerio” (Castelgandolfo, 25 de agosto de 2010).

P. Santiago

martes, 5 de febrero de 2013

las lecciones de la crisis


                                                                    25 líneas

Hay hechos y situaciones indeseables que ocasionan una larga lista de víctimas. Nadie ignora el paro o la precariedad económica que asfixia hoy a tantas personas y familias. Es el lado agresivo y preocupante  de la crisis que emplaza a todos a la solidaridad y el compartir.
También hay noticias periodísticas  que rayan en lo estrambótico y la falta de sentido. “Una familia gallega se gasta en percebes e ibéricos la ayuda social”. Los concejales de un pueblo de La Coruña donaron 14.000 euros a un grupo de familias necesitadas de su municipio. No entregaron dinero en metálico, sino unos vales canjeables por alimentos básicos y también existía la posibilidad de pagar facturas pendientes de luz, agua o cubrir algunas necesidades urgentes. Saltó la sorpresa cuando los comerciantes acudieron a la administración local para cobrar los vales y una de las familias favorecidas había invertido la cantidad recibida en dos lotes de percebes, jamón ibérico, lomo embuchado,  langostinos, productos de perfumería…
Seguro que otras familias hicieron un uso mucho más sensato de la ayuda recibida y una anécdota, un desvarío gastronómico, no se puede elevar a la categoría de generalización. Hay que aprender, sin embargo, las lecciones de la crisis, admitir una forma de vida más juiciosa y sencilla  –que hasta puede ser más sana–  y apearse del capricho y el despilfarro.
Reconstruir el llamado estado de bienestar ya no significará jamás volver a tiempos pasados que nos llevaron a soñar con un mundo de fantasía. El siglo XXI –que es tanto como decir nuestro tiempo– impone un necesario realismo, una mayor austeridad   y el olvido de lo superfluo. Hay que darle la razón a san Agustín cuando advertía que  “es mejor necesitar menos que tener más” (Regla, III).

P. Santiago

viernes, 25 de enero de 2013

Pensamiento de San Agustín


" ¿Qué es, pues, tocar sino creer? A Cristo lo tocamos con la fe, y es preferible no tocarlo con las manos y sí con la fe, a tocarlo con las manos y no con la fe. Tocar a Cristo no era nada del otro mundo. Los judíos lo tocaron cuando lo apresaron, cuando lo ataron, cuando lo colgaron; lo tocaron, y por tocarlo mal perdieron lo que tocaron. Tócalo tú con la fe, ¡oh Iglesia católica!; tócalo con la fe. Si piensas que Cristo es solamente hombre, lo has tocado en la tierra. Si crees que Cristo el Señor es igual al Padre, entonces lo tocaste ascendiendo al Padre. Así, pues, asciende para nosotros cuando hemos comprendido quién es. Una sola vez ascendió entonces a su Padre, pero ahora asciende a diario. ¡Y cuántos hay para quienes aún no ha ascendido! ¡Cuántos para quienes aún mora en la tierra!" (Sermón 246, 4). 

La vida como culto, cultura y cultivo


                                                                  25 líneas

Ramón Gómez de la Serna, conocido por sus greguerías, decía que “aburrirse es besar a la muerte”. Por lo menos, el extremo opuesto a la vida es la ausencia de proyectos, la sequía creativa, el sentirse espectador que ve pasar delante de sus ojos el río de las noticias. No hay acontecimiento más importante que la propia vida. El tiempo se puede malgastar en la pasividad,  la melancolía o la tristeza indefinida que nos roba la ilusión. Por eso hay que colocar los días y las horas  sobre las palmas de las manos llenarlos de proyectos, moldearlos como un barro amigo que nos permite construir una pequeña obra de arte. Cada día  es la posibilidad que se nos da de decidir en libertad sobre nosotros mismos, sobre nuestra relación con los demás y con Dios.
La vida como culto es la vida abierta a un Dios que nos llama a la amistad y la plenitud. El Dios de la confianza, la misericordia y el amor sin condiciones que se nos ha dado a conocer  con un nombre, un rostro y una palabra: Jesucristo.
La vida como cultura es privilegiar el pensamiento, la razón, la curiosidad por conocer, la creación literaria o artística. Pensar unos minutos diariamente es un ejercicio de libertad y de maduración personal. Tener a mano un buen  libro es sentir la cercanía de un maestro.
La vida como cultivo es el cuidado que nos merecemos como personas sin olvidar ninguna parcela de nuestra existencia. Somos un todo unitario que no podemos trocear como si fuéramos las piezas de un muñeco articulado. Cuidarnos es atender nuestra alimentación, nuestra higiene física y mental, cuidar nuestros sentimientos, cuidar a nuestros amigos, preguntarnos al final de cada día cuántas veces hemos dicho gracias porque puede ser un termómetro que marque nuestra sensibilidad…
La vida como culto, cultura y cultivo es todo lo contrario a vivirla como un entretenimiento continuado, una historia que se va escribiendo sin argumento.  

P. Santiago

viernes, 18 de enero de 2013

Pensamiento de San Agustín

"Edifica sobre piedra, no sobre arena: oír y obrar, es edificar sobre piedra; no oír ni hacer, es no edificar. Si edificas sobre arena, edificas la ruina. Si nada edificas, te hallas expuesto a la lluvia, a las avenidas de los ríos, al viento, y serás arrastrado en lugar de permanecer en pie. Luego no hay que cruzarse de brazos, sino edificar; ni edificar de tal suerte, que se edifique la ruina; sino que ha de edificarse sobre piedra" (Comentario al salmo 102, 28)

La gozosa cuesta de enero


                                                                                               25 líneas

Hay dos momentos en la vida laboral  que tienen una significación particular: Después del verano el “síndrome postvacacional” y, pasadas las navidades, “la cuesta de enero”. Como si todas las fiestas o el tiempo de ocio tuvieran que dejar una resaca inevitable. Tópicos aparte, existe un afán humano de convertir la vida en drama y solemnizar los días nublados, en vez de las muchas jornadas de luz cegadora.
A ningún ministro o ministra de Fomento se le ha ocurrido suprimir las cuestas de nuestras carreteras, como ningún hombre cuerdo  ha sugerido terraplenar las montañas  para hacer más cómodo el senderismo.
La vida y la naturaleza tienen su orografía particular, sus altibajos  y sus contrastes inevitables. A la noche le sucede el amanecer y la tarde se apaga lentamente para dar paso a las estrellas.
En el ámbito universitario, enero es “temporada alta” porque es preceptivo pasar por el control de los exámenes. Hay que ser expertos en  el arte de la adaptación y saber actuar según  las necesidades del momento. Uno de los libros de la Biblia –el titulado Eclesiastés– es de un realismo extremo. En él leemos que todas las tareas bajo el sol tienen su tiempo. Aceptar las tareas  de cada momento es adaptación y es sabiduría. No se puede vivir  contracorriente y los ritmos de nuestro trabajo, la mayoría de las veces, nos vienen impuestos por calendarios o circunstancias que nosotros no manejamos.
La cuesta de enero será menos cuesta si desde un sobrio realismo nos sentimos autores de una vida que es esencialmente evolución, camino hacia el mañana. Alcanzar ese puñado de proyectos que cada uno acaricia entre las  manos y guarda en el corazón tiene un precio y es el esfuerzo, el afán de superación. La “gozosa cuesta de enero” –dicho sin la mínima brizna de ironía– es la oportunidad que tenemos de continuar tejiendo el futuro, la propia e irrepetible   historia personal que es el empeño más ilusionante.        

P. Santiago

jueves, 10 de enero de 2013

¡Feliz año bueno!


                                                                    25 líneas
No se puede comenzar el año escribiendo 2012+1 porque el 2013 le produzca a uno repelús. A ver si ahora que ya estamos más tranquilos después de haber comprobado que no se terminó el mundo en diciembre, nos inventamos otro motivo para vivir sobre las ascuas del miedo los próximos 365 días.
El debilitamiento de la fe multiplica otro tipo de creencias. No hay más que dar una vuelta por El Retiro para encontrar adivinos y  lectores de las rayas de la mano que adelantan el futuro. En el fondo, quienes niegan a Dios fabrican sus propios dioses de escayola. Quizá es que el ser humano necesita desplegar su dimensión espiritual y no siempre acierta a encauzarla por caminos verdaderos.
Hemos comenzado un nuevo año que se presenta más rodeado de la  incertidumbre que de la ilusión. Hay un mundo exterior –social y  económico– que a todos nos desborda. Sobre todo, cuando se habla de macroeconomía que es una forma de insinuar que hoy existen unos gigantes invencibles  –como los cíclopes de la mitología griega– que son los “macroproblemas”.
En la anchura de la globalización todos tenemos conciencia de seres insignificantes. Hay, sin embargo, otros espacios más reducidos que son propiedad privada. Es el caso del territorio de nuestra persona y el grado de satisfacción con la vida. Aquí se juega algo tan importante como la felicidad. Las personas que se cuidan, se valoran y reconocen en su justa medida sus cualidades, tienden a sentirse valorados por los demás. Es lo que se llama una autoestima saludable que no es exclusivamente fabricación propia, sino que entra, también, la aprobación de los demás.
El año 2013 está por construir y puede ser un capítulo importante en nuestra biografía particular. Todo está en vivir  sin estrategias defensivas permanentes, sin eludir responsabilidades, sin movernos constantemente en la parcialidad que  altera la realidad y mancha la verdad.
Por estos caminos, el año nuevo, puede ser un año bueno, un año formidable.
P. Santiago