" ¿Qué es, pues, tocar
sino creer? A Cristo lo tocamos con la fe, y es preferible no tocarlo con las
manos y sí con la fe, a tocarlo con las manos y no con la fe. Tocar a Cristo no
era nada del otro mundo. Los judíos lo tocaron cuando lo apresaron, cuando lo
ataron, cuando lo colgaron; lo tocaron, y por tocarlo mal perdieron lo que
tocaron. Tócalo tú con la fe, ¡oh Iglesia católica!; tócalo con la fe. Si
piensas que Cristo es solamente hombre, lo has tocado en la tierra. Si crees
que Cristo el Señor es igual al Padre, entonces lo tocaste ascendiendo al
Padre. Así, pues, asciende para nosotros cuando hemos comprendido quién es. Una
sola vez ascendió entonces a su Padre, pero ahora asciende a diario. ¡Y cuántos
hay para quienes aún no ha ascendido! ¡Cuántos para quienes aún mora en la
tierra!" (Sermón 246, 4).
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