viernes, 18 de enero de 2013

La gozosa cuesta de enero


                                                                                               25 líneas

Hay dos momentos en la vida laboral  que tienen una significación particular: Después del verano el “síndrome postvacacional” y, pasadas las navidades, “la cuesta de enero”. Como si todas las fiestas o el tiempo de ocio tuvieran que dejar una resaca inevitable. Tópicos aparte, existe un afán humano de convertir la vida en drama y solemnizar los días nublados, en vez de las muchas jornadas de luz cegadora.
A ningún ministro o ministra de Fomento se le ha ocurrido suprimir las cuestas de nuestras carreteras, como ningún hombre cuerdo  ha sugerido terraplenar las montañas  para hacer más cómodo el senderismo.
La vida y la naturaleza tienen su orografía particular, sus altibajos  y sus contrastes inevitables. A la noche le sucede el amanecer y la tarde se apaga lentamente para dar paso a las estrellas.
En el ámbito universitario, enero es “temporada alta” porque es preceptivo pasar por el control de los exámenes. Hay que ser expertos en  el arte de la adaptación y saber actuar según  las necesidades del momento. Uno de los libros de la Biblia –el titulado Eclesiastés– es de un realismo extremo. En él leemos que todas las tareas bajo el sol tienen su tiempo. Aceptar las tareas  de cada momento es adaptación y es sabiduría. No se puede vivir  contracorriente y los ritmos de nuestro trabajo, la mayoría de las veces, nos vienen impuestos por calendarios o circunstancias que nosotros no manejamos.
La cuesta de enero será menos cuesta si desde un sobrio realismo nos sentimos autores de una vida que es esencialmente evolución, camino hacia el mañana. Alcanzar ese puñado de proyectos que cada uno acaricia entre las  manos y guarda en el corazón tiene un precio y es el esfuerzo, el afán de superación. La “gozosa cuesta de enero” –dicho sin la mínima brizna de ironía– es la oportunidad que tenemos de continuar tejiendo el futuro, la propia e irrepetible   historia personal que es el empeño más ilusionante.        

P. Santiago

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