domingo, 14 de abril de 2013

Alegres como unas pascuas


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ALELUYA, según la Real Academia Española, se usa como expresión o sinónimo de alegría. Es una palabra hebrea que significa Alabado sea Dios. El último de los salmos, el salmo 150, dice: "¡Aleluya! Alabad a Dios en su templo, alabadlo en su firme firmamento, alabadlo por sus obras magníficas…Todo ser que alienta alabe  al Señor. ¡Aleluya!”.
Grito de alabanza y de júbilo que también aparece en otros libros de la Biblia y que resuena con especial sonoridad cuando la Iglesia celebra la solemnidad de  la Resurrección de Jesucristo. Que Jesús haya resucitado y esté vivo en medio de nosotros es una noticia que ha permitido exclamar a la piedad popular: “Alegres como unas Pascuas”. Las tres Pascuas –Navidad, Resurrección y Pentecostés– son un pregón de alegría que llena la tierra entera.  
Un obispo español que según su carné de identidad cuenta ya con 97 años, pero tiene un corazón joven, escribe: “El Señor no quiere seguidores gruñones, ni malhumorados, ni entristecidos. No le gustan las procesiones de sauces llorones. No le agradan las letanías de resentidos. No quiere hermanos de la Cofradía del Perpetuo Suspiro. Los cristianos hemos recibido en el Bautismo la consigna de servir al Señor con alegría; el mal humor no es un buen conductor de la Buena Noticia del Evangelio”.
Federico Nietzsche  lanzaba una crítica afilada a los cristianos diciendo: “Los cristianos no tenéis cara de resucitados”. Y el escritor estadounidense Julien Green, cuando la idea de la conversión comenzaba a rondarle la cabeza, solía colocarse a la puerta de las iglesias para ver los rostros de los que salían del templo  y pensaba: "Si ahí se encuentran con Dios y ahí asisten a la muerte y resurrección de Jesucristo, tendrían que salir con rostros alegres, serenos, luminosos. Y se preguntaba: ¿dónde dejaron la alegría de la Pascua?”.

P. Santiago

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