domingo, 7 de abril de 2013

la historia completa


                                                                 25 líneas

Hay quienes censuran la historia y recortan las páginas que les resultan poco ejemplares o las que pueden ser un tanto comprometedoras. El fraude es mucho mayor cuando se omiten hechos o capítulos fundamentales de una biografía.
Algo de esto puede suceder con la figura de Jesús de Nazaret. La Pascua es un himno de esperanza con  su  música de aleluyas y un mensaje de paz y de alegría que es bálsamo que todos recibimos con el alma abierta. Olvidamos, sin embargo, que a la Pascua le preceden la tragedia del Viernes santo y la soledad del Sábado. Es fácil identificarse con la victoria sobre la muerte, pero intentando borrar el dolor, el contratiempo inesperado, el fracaso que rompe todos nuestros cálculos.  El sufrimiento es una cátedra de humanidad en la que nos matriculamos el día de nuestro nacimiento. Antes que aprender a hablar o a reír, rompemos a llorar como si hubiéramos ensayado el arte de las lágrimas durante los meses de gestación en el seno de nuestras madres. Y si algo hay que evitar es el sufrimiento estéril que es como un torrente de agua impetuosa que anega los campos y pudre los cultivos, en vez de ser un elemento de fecundidad y una garantía de cosecha abundante.
No se puede pasar por alto que el resucitado es el crucificado. El desenlace final de júbilo y de triunfo tiene su prólogo de sombras y de sangre. Así es la vida, con su trenza de risas y de llanto, un largo camino de pasos, a veces  lentos  y torpes, una  cadena de honras humanas que se desmenuzan como arena. Así, hasta que lleguemos a la cumbre y al encuentro con el Dios de nuestra fe que nos espera en la plaza mayor de su reino, después de haber cruzado sendas estrechas y sentir la sed vital de verdad, de luz y de amor infinitos.

P. Santiago

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