domingo, 3 de marzo de 2013

¿Es posible cambiar de corazón?


                                                                 25 líneas

Desde los años ochenta  es posible vivir con el corazón de otra persona. Nuestro país a la cabeza de Europa en donantes de órganos y los trasplantes ya casi no es noticia más que para la familia del enfermo. Quiere decir que sí se puede cambiar el corazón y otros muchos órganos vitales.
Más difícil es cambiar el corazón en sentido simbólico como expresa  la súplica que encontramos en  el Salmo 50: “Oh Dios, crea en mi un corazón puro, / renuévame por dentro con espíritu firme”.
Un trasplante va unido a una preparación, una cirugía, unos cuidados posteriores, un estar atentos a cualquier síntoma de rechazo, una vigilancia permanente…Todos hemos dicho alguna vez que queríamos cambiar, arrancar las raíces del egoísmo, dejar de arrastrar las cadenas de nuestras esclavitudes. Proyectos muy poco duraderos por pretender que toda esa transformación de nuestra vida fuera indolora y no exigiera ninguna atención. Sin el gotero de la Eucaristía y de la oración, sin unos minutos diarios de silencio para repasar el crecimiento de nuestra fe y sin gestos diarios de generosidad y de servicio a los demás,  el rechazo es inmediato e inevitable.
Los trasplantados quedan “enganchados” al equipo que realizó la intervención para revisiones periódicas y cualquier emergencia imprevista.  Si yo quiero cambiar el corazón “por dentro”, apoyado únicamente en mis fuerzas, sin vivir enganchado a Jesucristo, será una aventura imposible. Ya nos lo advirtió Jesús:”El que sigue conmigo y yo con él da fruto abundante, porque sin mí no podéis hacer nada”  (Juan 15, 5).  ¿Quién no colecciona en su archivo personal  una torre de propósitos incumplidos porque nuestra voluntad es movediza como el agua del mar, tambaleante como el caminar de un niño que comienza a andar?   

P. Santiago

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