"En su corazón mantenía la fe siempre inmóvil y
en modo alguno deficiente. Pensó Abrahán que, si Dios hizo que naciera de unos
ancianos el que no existía, podía también recogerlo de la muerte. Más difícil
era lo que ya había hecho Dios, al ver que le daba un hijo que no existía
después de tanta desesperanza; si atiendes a la debilidad humana, eso era
imposible. Así, pues, sujetó su ánimo a la fe. Creyó que nada era imposible
para el Creador. Así como creyó que recibiría un hijo, creyó después a Dios que
mandaba. Al recibir el hijo había comprobado la palabra de Dios. Creyó, pues,
antes de recibirlo y creyó antes de matarlo. Fue siempre fiel y nunca
cruel" (Sermón 2, 1)
No hay comentarios:
Publicar un comentario