martes, 11 de junio de 2013

Ya se ve el final

                                                                     25 líneas    

Quienes hemos hecho el Camino de Santiago – algo muy recomendable para el cuerpo y para el espíritu–  sabemos que hay etapas incómodas por la  lluvia y otras en las que el sol aplasta por los campos de Castilla. Galicia es verde, frondosa, y hasta la misma lengua melosa y zalamera que se escucha en los pueblos suena a música que hace menos duro el tramo último hacia Santiago.
Hay una experiencia vivida por la mayoría de los peregrinos jacobeos. Cuando se llega al Monte do Gozo y se divisan las crestas románicas de la catedral del apóstol, la mochila pierde peso y las piernas se sienten más ligeras. Es como el náufrago que, después de nadar durante unas cuantas jornadas, divisa la costa y sueña con hacer pie en la playa.
Algo parecido sucede con el curso que ahora concluye. Ya están a la vista las fechas de los exámenes, cada uno ha señalado con un círculo rojo algunos días en el calendario de mesa y el sueño de terminar se convierte en un estímulo para esas horas de biblioteca delante de los libros y los apuntes.

¡Ya se ve el final! Hay que estirar el esfuerzo y la constancia, organizar el trabajo y el descanso, darse un chapuzón en la piscina si el calor aprieta y mantener  un grado de serenidad y de equilibrio para no perder las riendas de la propia vida. Todo menos vivir tensos y castigarse con pensamientos negativos. Una dosis diaria de silencio y de reflexión puede ayudarnos a valorar en su justa medida nuestro nerviosismo, nuestros enfados y  nuestros miedos para no fabricar problemas artificiales.

P. Santiago

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