viernes, 17 de mayo de 2013

Tiempo de exámenes y de autocrítica


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El tiempo va recortando días al curso, de modo que ya estamos apurando  las últimas fechas del calendario académico. No es que corran los días ocupados por las clases o las horas de biblioteca, es la maquinaria imparable de la existencia humana, la vida que implica ganar y perder, abrazar y despedir, disfrutar y sufrir.
Si hay algo que de verdad importa, es sentirse uno cada día protagonista de una historia que se va tejiendo con un argumento  irrepetible. Concluye un capítulo más entre la satisfacción de un puñado de tareas realizadas y el posible mal sabor de haber tirado  por la borda demasiadas posibilidades. Aunque suene a título de programa radiofónico de RNE, “nunca es tarde” o, lo que es lo mismo, los errores también pueden ayudarnos a construir el futuro. En vez de buscar falsas razones para justificarlo todo, hay que atreverse a ser juzgados por la verdad que es como un bisturí que deja al descubierto nuestros comportamientos más ocultos. Solo así se pueden sanar actitudes erróneas que están frenando un cambio de mentalidad o un estilo de trabajo que es fuente de fracasos.
El mayor error es permanecer en el error y la herida más grave es la que afecta a la ilusión y la constancia, porque es tanto como aceptar pasivamente la derrota y acostumbrarse a la mediocridad crónica. En definitiva, se trata de acostumbrarnos a la autocrítica constructiva,  hacer diariamente el análisis de la propia vida y transitar por los pasillos de la sinceridad sin tropezar en los obstáculos que nosotros mismos colocamos. 

P. Santiago

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