lunes, 30 de abril de 2012

María, el gran regalo de Jesús


                                                                 25 líneas 


Ntra. Sra. del Buen Consejo
El mes de mayo –cuando ya se huele el aroma acariciante de las rosas y se sienten los  exámenes finales pegados a los talones– va unido a la figura de María. No es una celebración  de esas que llenan el calendario y tampoco  una semana fantástica con fines comerciales. A María –la Madre de los 365 días, de todas las horas y de todos los minutos– se le dedica, tradicionalmente, el mes de mayo.
Hablar de la madre no es cosa de niños, sino de personas sensatas que saben bien cómo  el cordón umbilical que une a la madre y al hijo se corta en el nacimiento, pero hay otros cordones que vinculan para toda la vida. Ni la muerte borra el recuerdo de la madre.
El evangelista san Juan pone en labios de Jesús unas palabras que suponen el regalo más inimaginable: “Mujer, ahí tienes a tu hijo…“ (Jn 19, 26). Yo añadiría: Aunque sean traviesos y caprichosos, hazles un sitio en tu regazo para que se acurruquen junto a ti en los momentos que no puedan con la tristeza, límpiales los chorretes de las lágrimas, anímalos a vivir y soñar.
El mensaje de Jesús continúa: “Hijo, esa tu madre” (Jn 16, 27). Que nadie se sienta huérfano, incomprendido, con la  única compañía de la soledad. El Ave María es oración sencilla y breve para decirle a María que necesitamos esas realidades que se esconden detrás de tantos títulos marianos. Porque María se llama salud, paz, consuelo, esperanza...María –fiel a su título de  madre– está de guardia todas las horas de la vida para escuchar al hombre. Y, como todas las madres,  privilegia, también, a los más débiles, a los desamparados, a los que se sienten doblados por alguna contrariedad.
Si recorres con la mirada tu habitación, descubrirás un cuadro pequeñito de María, Madre y Señora  del Buen Consejo. Que no sea  un adorno  como los poster o  la bufanda de tu equipo preferido clavada en la pared con unos alfileres.

P. Santiago

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