Comenzamos la Cuaresma,
un tiempo de marcado carácter penitencial. Estos cuarenta días constituyen un
camino de reflexión y conversión de cara a celebrar el pilar fundamental de
nuestra fe: la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
A lo largo de estas semanas
tendremos la oportunidad de mirar en lo más profundo de nuestro corazón y
descubrir cómo somos realmente. Es un tiempo de desnudez y humildad como el
árbol que pierde sus hojas, quedando débil en el duro invierno. Pero esa
debilidad se torna en fortaleza con la llegada de la primavera. Nacen brotes
nuevos, la flor se abre y de ella nace el fruto.
En efecto el hombre se
parece a un árbol. Nuestras raíces son Jesucristo; el invierno – el pecado-
debilita nuestro ser pero con la llegada de la nueva estación, la Pascua,
renacemos de nuestras cenizas y crecemos vigorosamente, alzando las ramas hacia
el sol, nuestro Padre Dios.
Durante estos cuarenta
días, el salmo 50, conocido como el Miserere, nos ayudará a reflexionar y
alcanzar la conversión que tanto necesitamos. La profundidad de sus versos
refleja el arrepentimiento del pecador, la necesidad de misericordia y el
agradecimiento del perdón. La vida cristiana resumida en una de las oraciones
más maravillosas de la Biblia.
Ojalá estas semanas nos ayuden a estar más cerca
de Cristo; que nuestro corazón crezca en la humildad y en el arrepentimiento,
para que así, llenos de la gracia de Dios, vivamos con esperanza y regocijo la
buena nueva de la salvación. Rafa Delgado.
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