domingo, 27 de mayo de 2012

El Ser Humano necesita del Espíritu


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Todos compartimos la experiencia incuestionable de la propia debilidad como parte integrante de nuestra vida. Somos vulnerables a una climatología cambiante que  condiciona nuestro estado de salud por más que pretendamos utilizar como escudo las vacunas.
Fragilidad también psicológica que los especialistas se encargan de estudiar y catalogar: estados de insatisfacción, ansiedad, depresión, soledad...
Se suma hoy  la debilidad moral  que se enmascara detrás de diferentes caretas y la debilidad espiritual que delata una presencia irrelevante y  superficial de Dios en la propia vida.
A estas debilidades personales hay que añadir las que sufren  las instituciones permanentemente  amenazadas por los dardos de la crítica. El resultado es un cierto malestar generalizado que provoca el disgusto por la vida. Hubo tiempos en los que se planteó devolver el billete de la existencia y escoger la muerte como solución, hoy se prefiere como vía de salida el presentismo, el “sálvese quien pueda” egoísta e insolidario.
¿Caminamos hacia una sociedad cada día más alejada de las realidades espirituales? El año 1997, Daniel Goleman vino a demostrar algo que ya habían predicho desde Platón hasta Freud: la estructura de base del ser humano no es la razón, sino la emoción. Somos, primariamente seres de pasión, de empatía, y sólo después de razón.  Se abre así paso la llamada  inteligencia espiritual que  abarcaría la capacidad de trascendencia del hombre, el sentido de lo sagrado o comportamientos exclusivamente humanos como el perdón, la gratitud, la compasión... Es la vida según el Espíritu, la presencia callada de Dios en nosotros como huésped interior que nos ayuda a crecer y a actuar como personas.

P. Santiago

sábado, 26 de mayo de 2012

Ante la Pascua de Pentecostés


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El día 27 de mayo celebramos la fiesta de Pentecostés. Cuenta san Juan que al llegar la noche del primer día de la semana, los discípulos estaban reunidos y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, los saludó diciendo: ¡Paz a vosotros! Después de intercambiar algunas otras palabras, sopló sobre ellos y añadió: Recibid el Espíritu Santo (Jn 20, 19-23). Jesús había entregado ya su palabra y  su vida, ahora suma otro inmenso regalo: su Espíritu.
El Espíritu Santo es la luz y el aliento de Dios en nosotros, la alternativa a una vida acorralada por el egoísmo y la frustración. Dios es donación y comunicación expansiva. Hay hombres y mujeres que nunca han abierto su corazón a Dios, que no escuchan  a nadie en su interior, que se avergonzarían de hablar con Dios espontáneamente.
Si se ignora qué es peregrinar hasta el propio corazón y uno permanece insensible a la vida interior que se encierra dentro de nosotros mismos, no es fácil comprender qué es eso de recibir el Espíritu Santo. Desde fuera no se le puede enseñar a nadie a alegrarse, a amar o a llorar. Es necesario bajar al fondo de nuestro ser y mirarnos por dentro tal como somos.
Un santo español –san Juan de Ávila– escribe con el lenguaje precioso del siglo XVI: “¿No os ha acontecido tener vuestra ánima seca, sin jugo, descontenta, llena de desmayos, desganada y como que no le parece bien cosa ninguna? Y estando en este descontento, viene un airecico santo, un soplo santo, un refresco que te da vida, te anima y te hace volver en ti y te da nuevos deseos, te hace hablar palabras y hacer obras que tú mismo te extrañas. Eso es el Espíritu Santo”
Cada uno debe descubrir por experiencia propia cómo la fe y la docilidad al Espíritu satura de sentido y de gozo su existencia.

P. Santiago

viernes, 25 de mayo de 2012

Lugares de encuentro con María la del Evangelio


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Hay personas y grupos que han descolocado a María en su vida y  en la vida de la Iglesia. La han descolocado y la han desfigurado.  El chantaje afectivo del hijo que pretende negociar con la madre las peticiones que, más adelante, va a presentar al padre, también está presente en algunas devociones marianas. Necesitamos depurar la mariología fijando la atención en el Evangelio. Vamos a citar tres pasajes particulares.
MARÍA Y LA ANUNCIACIÓN (Lc 1,26-38). María se encuentra con el misterio de Dios y lo acoge en su vida. Punto tangente entre Dios y la humanidad, “llena de Dios y tan nuestra”. Dios hace pie en esta nuestra  tierra, encharcada, a veces, de sangre,  a partir del sí de María.  Dios se hace presente en la vida de María y  comienza su proyecto sin anularla y  sin tocar su libertad.  Su aceptación provoca el salto  al infinito con su cuota de soledad, de dificultad y de duda. Es una certeza desconcertante. 
MARÍA Y EL MAGNIFICAT (Lc 1, 46-55). El himno del Magníficat es un documento impresionante  del diálogo de Dios con el ser humano. En María la palabra se hace carne y se hace voz.  La revolución del Magníficat  incluye  la presentación de un camino donde se excluyen el odio y la revancha.  Es la revolución del amor. 
MARÍA Y PENTECOSTÉS (Act 1,14). María adquiere en Pentecostés la plenitud de la maternidad. La Anunciación es el momento en que María  es fecundada por el Espíritu, cubierta por su sombra. También podemos contemplar a María como modelo de audacia y de confianza. El Espíritu mueve a María para aceptar una maternidad inesperada y más comprometida que cualquier otra maternidad. El Espíritu fortalece a los apóstoles en Pentecostés y les hace capaces de  vencer el miedo para salir a las calles del mundo a proclamar que Jesús nos ama infinitamente. 


P. Santiago

domingo, 20 de mayo de 2012

Oración del estudiante


Oh inefable Creador nuestro,
altísimo principio y fuente verdadera de luz y sabiduría,
dígnate infundir el rayo de tu claridad
sobre las tinieblas de mi inteligencia,
removiendo la doble oscuridad con la que nací:
la del pecado y la ignorancia!
¡Tu, que haces elocuentes las lenguas de los pequeños,
instruye la mía, e infunde en mis labios la gracia de tu bendición!
Dame agudeza para entender,
capacidad para retener,
método y facilidad para atender,
sutileza para interpretar
y gracia abundante para hablar.
Dame acierto al empezar,
dirección al progresar
y perfección al acabar
¡Oh Señor! Dios y hombre verdadero,
que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén

[Santo Tomás de Aquino]

Los incontables títulos de María


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El catálogo de títulos marianos es inabarcable. Unas veces el nombre de María aparece relacionado con ese milagro tan variado como es  la naturaleza: Nuestra Señora de la Peña, del Bosque, del Prado, de la Encina…Otras, María se enlaza con los sentimientos más íntimos y más humanas: Nuestra Señora de la Soledad, de la Alegría, de las Angustias, de la Paz…Cada pueblo tiene una ermita donde se venera una talla con un nombre singular que forma parte de la historia de un territorio geográfico. También las grandes ciudades hacen gala de su patrona: Nuestra Señora de la Almudena (Madrid), de Montserrat (Barcelona), de los Desamparados (Valencia), de Begoña (Bilbao), del Pilar (Zaragoza), de la Calle (Palencia) o de los Ojos grandes (Lugo)…
Los agustinos  celebramos  a Nuestra Señora de Gracia, de la Consolación, del Buen Consejo y  del Socorro.
Con estos y otros muchos  nombres se forma el calendario mariano que llena de fiestas y romerías las calles y los praderíos. Con María, sin embargo, sucede como con nuestras madres. El nombre del DNI es uno y el nombre familiar es otro más cercano y entrañable. Son esos diminutivos empapados de cariño, esos nombres convencionales que solo se utilizan de puertas adentro.
Hay que sentirse muy libres y muy creativos para hablar con María y  hasta ser caprichosos como para regalar a María con títulos como Nuestra Señora de los exámenes, de las noches de insomnio, de las esperadas vacaciones, del regalo inesperado, de la enfermedad preocupante de un ser querido, de los abuelos cada vez más torpes, del cumpleaños de una amiga, de las horas de tristeza infinita, de esta tarde en la que se ha vuelto gris el horizonte…
Los artistas han modelado mil tallas de María. Siempre hay un regazo materno donde reclinar nuestra cabeza y compartir con ella el peso de nuestras preocupaciones. Y hay rostros de los que parece salir azúcar de sus ojos.

P. Santiago

sábado, 19 de mayo de 2012

Pensamientos de San Agustín

"Dios no manda cosas imposibles.Al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas." 

Santa María, Madre, hermana y amiga


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Alguien ha llamado a María el rostro femenino de Dios. La doble realidad humana sexuada –masculino/femenino– se ha exagerado, aunque  hoy, por fortuna,  van borrándose las caricaturas de otro tiempo. La diversidad sexual es complementariedad, llamada, riqueza. Hay, sin embargo, todo un simbolismo que rodea el mundo femenino y, con otras notas, el mundo masculino. Quizá por estas razones se habla hoy de un Dios Padre/Madre o de María como el rostro femenino de Dios. Dios es plenitud y, en consecuencia, reúne y comprende  –a partes iguales–, fortaleza y ternura, vehemencia y  delicadeza.
Cuando hablamos de padre, hermana y amiga no estamos pensando en tres sustantivos femenino singular. Tampoco contamos las sílabas como si fueran las sartas de un rosario. Madre, hermana y amiga son el rocío  que mana del corazón y da frescura a nuestra vida, la mano tierna que acaricia en los momentos que nos toca el oficio humano del dolor.
A los títulos de madre, hermana y amiga, cada uno les ponemos unos nombres y unos rostros  concretos; sería un gran error que los sacáramos de la agenda solo en esas contadas ocasiones  que marca el comercio arbitrariamente  – el “Día de la madre”, San Valentín…– o el santo que aparece en el calendario. Yo, desde luego,  no pienso ahorrar besos  y conversaciones ante la fotografía de mi madre, ni besos, llamadas o correos para hablar con mis hermanas adoptivas o con mis amigas.  Ellas son  mermeladas de gozo extendido  sobre la  rebanada de mi alma.
Así es Dios Padre/Madre, por más que algunos se empeñen en disfrazarlo con títulos ininteligibles y situarlo a kilómetros de distancia. Así es María, Madre, hermana y amiga. De guardia todas las horas esperando nuestros llantos, nuestras soledades y  los nudos de nuestros miedos.

P. Santiago

domingo, 13 de mayo de 2012

La necesaria presencia de María en nuestra vida


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Hablar o escribir sobre María se presta a dos extremos distantes. Uno engalanar su figura con el ropaje de unos cuantos adjetivos lujosos, y otro pensar en una historia de María tan normal y tan lógica que se pierda entre las jóvenes nazaretanas de su tiempo. En medio, María humana y elegida por Dios,  original y diferente en la lista completa de historias femeninas. 
María prestó su cuerpo para romper la lejanía de Dios. No fue un instrumento pasivo, sino que colaboró con fe y obediencia libres a la encarnación de Dios, el nacimiento de Jesucristo.  Nadie ha  vivido tan conscientemente la presencia y vecindad de Dios como María, aunque guardara este tesoro en el claustro del corazón.
Sobra ajetreo a nuestro alrededor y nos falta silencio. Charles Peguy habla de la necesidad de “baños de silencio”. Sobre todo silencio interior como para encontrarnos con nosotros mismos. Buscamos el bullicio porque así ahuyentamos preguntas sin resolver que llevamos escondidas debajo de la piel y  necesitarían unos minutos de reflexión sosegada.  
Por el camino de la superficialidad la vida se puede convertir en un aburrido pasatiempo. “No habrá jamás un mañana, a no ser que exista un hoy”, escribe san Agustín. Si nos empeñamos en que el hoy sea gris y tedioso, ¿qué podemos esperar del mañana? Hay algo que debiera golpear nuestra conciencia: ¿No estaremos preparándonos para un mundo inevitablemente duro desde el conformismo y el miedo a  la responsabilidad? 
María es la mujer del compromiso con una misión, de la fortaleza de la fe que suple otras muchas debilidades, del sí resuelto por encima de todas las dudas y de cualquier forma de pereza.  Asomarse a la historia de María según aparece en los relatos evangélicos,  es tanto como encontrar un ejemplo de fidelidad  a Dios sin fisuras, un suplemento de alegría y esperanza, una razón para admitir el asombro y lo inesperado. 


P. Santiago

domingo, 6 de mayo de 2012

Rosario Universitario

El próximo día 10 de mayo, los jóvenes universitarios tenemos una cita con nuestra Madre, la Virgen María. A las 7:00 de la mañana partiremos desde la estación de metro de Ciudad Universitaria rezando el Rosario, hasta la Capilla de la Fac. de Derecho de la UCM. Allí, celebraremos la Eucaristía a las 8:00

¡No te olvides! Nuestra querida Madre nos convoca de nuevo.

Lugar: Estación de metro Ciudad Universitaria
Hora: 7:00 de la mañana
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Celebración de la Eucaristía a las 8:00h.

Una fecha entrañable: el día de la madre


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Mayo es un mes con olor a azahar. Los atardeceres dejan atrás el oleaje verde de la primavera. El próximo domingo día seis  se celebra el DÍA DE LA MADRE. Una madre es alguien en vela permanente  para escuchar y acoger, una caricia interminable.
Un día descubrimos que las madres  envejecen y  también mueren, que su corazón, fábrica de besos, comienza a renquear y que esconde  en el bolso unas  pastillas que solo ella sabe qué enfermedad intentan atajar. Y su juventud se va deshojando como una flor madura. La carne de ese cuerpo donde hemos vivido nueve meses, presenta la huella de los años, las piernas se llenan de varices y la frente de arrugas. Es inútil el intento de una piel tersa, a pesar de las cremas que descubrimos en el cuarto de baño. 
Los hijos crecen, las madres decrecen y mueren. Mueren de ternura y mueren de impaciencia porque querrían conocer a sus nietos y hasta a los tataranietos. Mueren sabiendo que ha merecido la alegría prestar sus entrañas a los hijos y dedicarles  tantas horas y tantas  noches. 
El “Día de la madre” es una invitación a la gratitud hacia la mujer que nos enseñó a hablar, a andar y, probablemente, a rezar. Por el beso fresco de cada mañana, por la ropa limpia y bienoliente, por ese interés en saber “quién te llamó”, o “con quién vas a salir hoy”, por su imaginación para inventarse postres y sorpresas… ¡Gracias!
Tiernas y curiosas, pacientes e  intuitivas, habilísimas y zalameras para sacarnos todos los secretos, abogadas de oficio de sus hijos y de sus hijas, encantadoras, cómplices, maravillosas, imprescindibles... Gracias y un millón de besos.

P. Santiago

viernes, 4 de mayo de 2012

Nueve nombres y un cardenal


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Suena a título de comedia americana. Los nombres son: ANA Fagilde, ANA Pérez, ÁNGEL  Triviño, FLAVIA Allo, MARINA Pérez,  MIRIAM TANIA Pérez, NICOLA Pucci  di Benisichi, ROSA Espejo y SANDRA Fernández –colegiales del CMUSA– que recibirán  la Confirmación el viernes día  4 de mayo a las 19 horas en la Catedral de la Almudena. El cardenal, D.  ANTONIO MARÍA, Rouco Varela, arzobispo de Madrid, que presidirá la celebración.
La historia comenzó en octubre cuando echa a andar la maquinaria de un nuevo curso. El encuentro de cada miércoles nos ha servido para recordar que Jesucristo, amigo, hermano y Señor, puede ser el cimiento firme que sostenga la vida humana. Fuente, al mismo tiempo, de felicidad, certeza segura para no bracear constantemente en un mar de dudas.
El Espíritu Santo es el “trasplante” que nos permite movernos con libertad por los caminos del Evangelio, llenarnos de una alegría secreta y librarnos de la soledad fría del vacío interior.
Nosotros –confiados a nuestras propias fuerzas–  solo podemos presumir de fragilidad y  de ser inconstantes y desmemoriados.  Jesús, sin embargo, a través de su Espíritu, puede hacer con nuestra modesta biografía una pequeña obra de arte. ¿No es una obra de arte un hombre o una mujer capaz de amar, de escuchar, de perdonar, de sonreír, de ofrecer a los demás el tesoro de la compasión?
El paisaje  de un grupo de universitarios recibiendo el sacramento de la Confirmación la tarde del 4 de mayo –abandonados temporalmente los vaqueros en cualquier rincón de la habitación, con unas décimas de nerviosismo en la piel y bajo la mirada maternal de Santa María de la Almudena–   me hace pensar en “un campo sembrado de futuro”.
Los sacramentos, afortunadamente, no producen efectos mágicos pero nos descubren una vida nueva y distinta que alguien ya ha ensayado: Jesús de Nazaret.

P. Santiago