En el silencio
del mes noveno de María
el
cielo se abrió al gran Misterio,
y
los hombres y mujeres de buena voluntad
prepararon
la cuna del corazón
para
recibir el regalo del Dios hecho carne.
Dios no es
invención de los miedosos
ni
el delirio de los que sufren en silencio.
Dios
plantó su tienda en la tierra
como
quien cambia de domicilio
para
ser vecino de un amigo.
Aquella noticia
dejó en la tierra
un
racimo de estrellas más brillantes,
un dulce
calor de fuego,
una lluvia
fina de besos,
una estela
que no ha borrado el tiempo.
Por eso también
en diciembre de 2012
celebramos
la venida y presencia de un Niño,
de ojos tan
claros como el arroyo de un huerto,
que grita
la palabra amor en todos los idiomas
y nos
invita a que la Nochebuena
sea VIDA BUENA.
Santiago
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