martes, 12 de junio de 2012

Paz interior en tiempos de exámenes


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Si introducimos en una coctelera el calor pegajoso del incipiente verano, la proximidad de los exámenes y la torre de apuntes que cada uno tiene sobre la mesa, el resultado es que, inevitablemente, salta el pánico.
Así es y el estado de ánimo del estudiante en los primeros días de junio puede ofrecer síntomas de inestabilidad, irritación, ansiedad…A la dificultad de una asignatura enrevesada o un temario que nos desborda, podemos sumar nosotros mismos obstáculos que entorpecen todavía más el camino. Por ejemplo, los pensamientos negativos que son muy propios de los catastrofistas: "¿Y si me quedo en blanco?" "¿Y si sale algo que yo no he podido repasar?". La acumulación de miedos estresantes debilita psicológicamente a las personas y aumenta la probabilidad de ir al examen con una mente turbada.
También puede jugarnos una mala pasada el perfeccionismo que  es una forma de orgullo encubierto y la negación de que yo –como todos los mortales– pueda equivocarme.
Es necesario saber reaccionar ante los exámenes porque la vida  universitaria está sembrada de pruebas encaminadas a evaluar los conocimientos de los estudiantes.  Una buena estrategia es saber utilizar de forma positiva la aparente incapacidad de dominar una situación. En vez de dejarse llevar por las aguas bravas del estrés,  dar un enfoque activo  y pensar  que es tiempo de organizar adecuadamente el trabajo, el descanso, la alimentación…Nada se puede descuidar porque eso que llamamos el equilibrio personal es un cristal muy frágil que puede romperse en cualquier momento.
Tampoco es superfluo introducir algún momento de oración. La oración cristiana es relajante, fuente de paz y refuerzo de confianza. Con una advertencia oportuna: Dios no hará nunca  lo que nosotros no hayamos hecho previamente. Respeta tanto nuestra libertad como nuestra indolencia.

P. Santiago

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