miércoles, 3 de octubre de 2012

La alegría es el asunto más serio del cielo


                                                                 25 líneas 

Quien observara superficialmente cualquiera de los escenarios donde se escenifica la ceremonia del “botellón” podría concluir que la juventud actual derrocha alegría. Ahí está esa comunión laica y urbana en torno a una botella de cerveza u otra bebida, que se bebe sorbo a sorbo como si fuera toda una metáfora  de la vida compartida. La realidad puede ser otra y participar en el rito del vaso que pasa de mano en mano, también puede hacerse para olvidar, para defenderse del frío de la soledad o por otras razones diferentes. Desde luego, no siempre hay detrás de  esa liturgia laica un borbotón de alegría y de amistad.
C. S. Lewis fue un crítico literario, académico, locutor de radio y ensayista británico   conocido por sus novelas de ficción que falleció el 22 de Noviembre de 1963 en Oxford, Inglaterra. Suya es la frase “la alegría es el asunto más serio del cielo”. Es decir, la alegría es un estado interior, un clima del alma que tiene mucho que ver con la paz de nuestro espíritu. “Un santo triste es un triste santo” decía aquella mujer gigante de Ávila que ha pasado a la historia con el nombre de santa Teresa de Jesús.  
Para algunos, la fe es algo propio de gente aburrida, desilusionada, herida por algún fracaso que  –cuando no están al alcance de la mano otras soluciones– busca consuelo en un más allá desconocido. Con este prejuicio precipitado por delante –que dispensa de una reflexión más sosegada– en un momento se hace una lista de calificativos que salpica a la juventud actual.
Es imposible hacer una fotografía en la que quepan todos los jóvenes y, en vez de la fotografía de grupo, yo prefiero las individuales  de tamaño carnet.  Hay suficientes como para hacer una muestra extraordinaria con los rostros y la vida de muchos jóvenes que creen en la amistad y en el trabajo diario bien hecho. Quizá les falte por descubrir que Dios es alegre y fuente de alegría verdadera.  

P. Santiago

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