viernes, 30 de marzo de 2012

Hacerse un chequeo espiritual en Cuaresma


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Todavía no es primavera pero ya se alejan los fríos invernales y pronto florecerán los árboles en el Parque del Oeste. Quedan atrás los exámenes cuatrimestrales con su rastro de éxito o de tropiezos inesperados. Estudiante de Arquitectura, ADE, Aeronáutica, Derecho, INEF, Periodismo…es un  adjetivo calificativo. El sustantivo es ser persona, capaz de vivir y de convivir con dignidad. En esta carrera nos matriculamos el día de nuestro nacimiento.
Hoy, una preocupación común es el colesterol, los triglicéridos y esos kilos de más que no se pueden disimular. También hay que seguir de cerca la salud de nuestro espíritu; preocuparnos, en definitiva, de todo lo que somos.
¿En qué creo? ¿En quién creo? ¿Qué lugar ocupa la fe en mi vida? ¿Cuáles son los indicadores que orientan mi modo de actuar? Estas son algunas de las preguntas que se pueden ir deshojando durante la Cuaresma. Tienen su espesor y su hondura; por eso no se puede pasar junto a ellas sin mirarlas a la cara y dedicarles unos minutos de atención. Atreverse con ellas es tomar en las manos las riendas de la propia vida. La libertad personal está amenazada por todos los costados y lo más fácil es ponerse a la fila, perderse en el anonimato y renunciar a cualquier forma de autonomía personal.
La Cuaresma puede ser un paso –aunque sea corto– hacia una vida asentada sobre convicciones serias, un deseo más firme de superación, una definición clara sobre la identidad religiosa alejada de  prejuicios y de tópicos. Y si es que uno tiene enredados en el alma algunos nudos, intentar  soltarlos compartiendo con alguien dudas y preocupaciones.
No es bueno que la radiografía interior presente síntomas de raquitismo y  el resultado de los análisis indique una preocupante anemia de certezas y valores. Todo por un miedo inconfesable a hacerse un chequeo espiritual de vez en cuando.  

P. Santiago

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