martes, 18 de junio de 2013

¡Feliz verano!

                                                                 25 líneas

Hay tantos veranos como personas. Cada uno tiene su forma particular de descansar, de distraerse, de ocupar ese tiempo de ocio tantas veces descuidado.
Verano es sinónimo de vacaciones –por lo menos para los estudiantes– pero sería muy pobre que en septiembre ante la pregunta ¿qué has hecho en vacaciones?,  la respuesta se despachara diciendo: nada. O lo que es lo mismo, pasar los días entre bostezo y bostezo, víctimas de la enfermedad del aburrimiento. Dos meses así pueden tostar la piel, pero también queman la iniciativa, la creatividad, el deseo de llenar cada día de algo diferente y constructivo. A algunas personas les resulta difícil pasar del tiempo organizado al tiempo libre y cuando se encuentran con sesenta días sin despertador y sin horarios parecen perdidos en un inmenso desierto.
Hay asignaturas de verano que tienen gran importancia. No me refiero a esas del currículo académico que no se lograron superar, sino a asignaturas fundamentales  que forman parte de la vida. Por ejemplo, la convivencia familiar. Disfrutar de los padres, de los hermanos, de los abuelos…dedicarles tiempo, hablar con ellos y escucharles sin las prisas y el lenguaje monosilábico del móvil. Buscar alguna actividad gratificante: lectura, cualquier destreza manual, una salida a la montaña, unos días de playa. Descubrir el tesoro de la soledad, del silencio como reencuentro con uno mismo y con el gran misterio de la vida. Silencio que es espacio para el pensamiento y multiplica la riqueza interior. Decía nuestro Premio Nobel Juan Ramón Jiménez que “en la soledad se encuentra lo que a la soledad se lleva”. El silencio es un buen test para medir nuestra riqueza o nuestro vacío interior.
Verano es todo lo contrario a despreocupación, abandono, deambular de un lugar para otro sin rumbo. Así que a hacer cada uno su programa  para que las vacaciones resulten felices y fecundas.

Nos vemos a la vuelta.

P. Santiago

martes, 11 de junio de 2013

Ya se ve el final

                                                                     25 líneas    

Quienes hemos hecho el Camino de Santiago – algo muy recomendable para el cuerpo y para el espíritu–  sabemos que hay etapas incómodas por la  lluvia y otras en las que el sol aplasta por los campos de Castilla. Galicia es verde, frondosa, y hasta la misma lengua melosa y zalamera que se escucha en los pueblos suena a música que hace menos duro el tramo último hacia Santiago.
Hay una experiencia vivida por la mayoría de los peregrinos jacobeos. Cuando se llega al Monte do Gozo y se divisan las crestas románicas de la catedral del apóstol, la mochila pierde peso y las piernas se sienten más ligeras. Es como el náufrago que, después de nadar durante unas cuantas jornadas, divisa la costa y sueña con hacer pie en la playa.
Algo parecido sucede con el curso que ahora concluye. Ya están a la vista las fechas de los exámenes, cada uno ha señalado con un círculo rojo algunos días en el calendario de mesa y el sueño de terminar se convierte en un estímulo para esas horas de biblioteca delante de los libros y los apuntes.

¡Ya se ve el final! Hay que estirar el esfuerzo y la constancia, organizar el trabajo y el descanso, darse un chapuzón en la piscina si el calor aprieta y mantener  un grado de serenidad y de equilibrio para no perder las riendas de la propia vida. Todo menos vivir tensos y castigarse con pensamientos negativos. Una dosis diaria de silencio y de reflexión puede ayudarnos a valorar en su justa medida nuestro nerviosismo, nuestros enfados y  nuestros miedos para no fabricar problemas artificiales.

P. Santiago

sábado, 1 de junio de 2013

Solemnidad del Corpus

                                                                    25 líneas

Con la fiesta del Corpus (Fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo), la Iglesia nos quiere recordar el significado de la Eucaristía en la vida cristiana. Jesucristo – que ha querido quedarse con nosotros de modo particular  a través de los sacramentos y de su Espíritu–  sale este domingo a las calles de nuestros pueblos y ciudades como signo de cercanía y de vecindad. El paseo de Jesús por los lugares que sirven de escenario a nuestra vida, tiene que despertar en nosotros un sentimiento de gratitud y de alabanza. Es recibir una visita importante, pero sin protocolo ni escoltas. No es una visita pasajera, porque Jesús ha querido quedarse con nosotros definitivamente.
Si preguntáramos a muchas personas dónde se encuentra hoy Jesucristo, responderían que en las Iglesias, en la catedral…La respuesta es incompleta; la casa de Jesús es el mundo y, sobre todo, el ser humano. Cada uno de nosotros es casa y templo de Jesús. De modo especial, Jesús está presente en los que sufren, en los necesitados, en los débiles y desfavorecidos. Por eso el día del Corpus se celebra también el Día de la Caridad.
Encuentro, por tanto, con el Jesús–Eucaristía y cita con los necesitados que son testigos del hambre y del dolor. Si la Eucaristía no ensancha nuestro corazón y nos hace más hermanos los unos de los otros, es que no hemos entendido el mensaje central del Evangelio o lo hemos falsificado. Hay que vivir la cercanía de Jesús en el pan de la Eucaristía y en la proximidad con quienes no tienen pan y solo se alimentan de soledad y desamparo, acurrucados en una acera de la Gran Vía.

P. Santiago