jueves, 17 de julio de 2014

Cerrado por vacaciones

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Ya estamos en julio y julio y agosto son sinónimo de vacaciones. Por lo menos para los estudiantes. Tiempo de descanso, de cambio de escenario y de convivencia familiar. Cada uno elabora su programa para oxigenar el cuerpo y la mente. No hace falta recorrer kilómetros hasta la extenuación, visitar no sé cuántos países o sumar horas incontables de sol y playa. Las cosas más sencillas también pueden proporcionar reposo y ayudarnos a crecer sin darnos cuenta. Una buena película –con o sin palomitas– un helado a tiempo, un concierto o un par de libros a mano como desafío formativo…La Universidad pasa a segundo plano y hasta septiembre no se produce el reencuentro, pero es importante mantener vivo el deseo de aprender. Como es imposible asomarnos a todo lo desconocido y veinticuatro horas no dan para más, tampoco hay que vivir las vacaciones a un ritmo trepidante.
¿Qué tal si nos dedicamos más tiempo a nosotros mismos? Hay una actividad que algunas personas –me atrevería a decir que muchas– ignoran y es específicamente humana: pensar. En una hamaca, bajo una sombra, al borde de una piscina, en un asiento del tren o del autobús, en cualquier lugar es posible pensar y alimentar nuestro mundo interior, pasear por los pasillos más íntimos de nuestra vida.
Además de “Cerrado por vacaciones” habría que poner el cartel de “Cerrado por obras”. Andan una de esas personas creativas que hay en el mundo soñando con otro formato de página, nueva cabecera y nuevas secciones. Ya se sabe, renovarse o morir y la opción es clara: vivir y hacerlo de forma digna y feliz.
Buen verano, buenas lecturas, buenos atardeceres, buenos encuentros, buenos viajes, buenas vacaciones nos dé Dios.

P. Santiago

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