La muerte es noticia tan sabida como no deseada. Hay muertes, sin embargo, que hielan la sangre porque visten de luto la alegría de una fiesta. Una caída fortuita, un golpe en la cabeza y todos los auxilios del SAMUR y del equipo médico del Hospital Universitario La Paz se sienten vencidos. Entre sueros y máquinas se escapa una vida de veinticuatro años, la savia fresca de un cuerpo joven.
ALVARO ALCARAZ BONILLO acababa de llegar al Colegio desde Murcia. El armario y las estanterías de la habitación número 20 todavía esperaban ese toque final que hacen las madres acariciando la ropa del hijo que se instala en Madrid por primera vez.
En esta ocasión, cuesta hilvanar 25 líneas porque faltan las palabras. Sábado tarde, el otoño recién estrenado, el manto transparente de la lluvia, la preparación de la apertura de curso en marcha y la muerte que se cruza con su adiós definitivo
Las horas de espera desde la noche del 22 de septiembre hasta el mediodía del día 23 fueron el tiempo para ese pulso entre la ciencia y la muerte. Partida tantas veces perdida de antemano porque la vida es frágil y escurridiza.
El corazón de Álvaro continuará latiendo en otro ser humano y un equipo de cirujanos expertos en arquitectura médica irá trasplantando el resto de sus órganos a otros cuerpos. Es el testamento ejemplar de los padres de Álvaro. La muerte, así, es un manantial de vida y esperanza.
Con las lágrimas temblando en nuestros párpados, nuestro recuerdo se convierte esta tarde en oración. Descansa, Álvaro, en la paz y en el amor de un Dios Padre que nos quiere con locura.
P. Santiago
Alvaro, Nebrija Universidad guarda tu esencia. Tus nuevos compañeros te esperaban con los brazos abiertos. DEP
ResponderEliminarDecir que Álvaro era un buen chaval se queda muy corto. Decir que esta familia es excelente, es claramente insuficiente. Un par de conversaciones con él y el cariño con el que se preocupó de que Marilén y yo estuviésemos a gusto en la boda de su hermana hace año y medio, el recuerdo que me queda. DEP. Anita Guerra 'Segovia'
ResponderEliminarEs una pena descubrir así este blog. No conocí a Álvaro, pero sí a su hermana e imagino que a algunos de sus amigos. Lo siento mucho por todos. Qué difíciles (e inútiles) son las palabras en momentos como este. Muchísimo ánimo a toda la familia del CMUSA, mi familia.
ResponderEliminar