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Las hojas de
las plantas tienen un haz y un envés. El haz es más brillante y el envés más
oscuro. También las noticias emiten diferentes mensajes. En el caso de la
muerte de Álvaro, el haz es más sobrio, aparentemente no tiene color, y el
envés, sin embargo, es verde esperanza con todo el brillo de un ejercicio
desbordante de humanidad.
El trágico fallecimiento
de Álvaro ha superado los límites de su familia y del Colegio Mayor San Agustín.
La capilla resultó insuficiente para la
celebración de la Eucaristía el domingo día 23 a las nueve de la noche y
estamos recibiendo una cadena ininterrumpida de mensajes de padres, directores
de otros colegios, excolegiales, amigos…Se repite una misma sintonía: “Sentimos profundamente
este luctuoso suceso y rezamos para que Dios tenga en su gloria a Álvaro
Alcaraz Bonillo. Trasladen nuestro sentido pésame a su familia”…” Somos médicos y
agradecemos la generosidad de sus padres donando sus órganos que aliviarán otras
vidas. Hemos rezado estos días mucho por ellos”. “Álvaro, La Universidad Nebrija
guarda tu esencia. Tus nuevos compañeros te esperaban con los brazos abiertos.
DEP”.
Y
los testimonios de antiguos colegiales que han conocido la noticia a través de
esta ventana: “Decir que Álvaro era un buen chaval se queda muy corto. Decir
que esta familia es excelente, es claramente insuficiente. Un par de
conversaciones con él y el cariño con el que se preocupó de que Marilén y yo
estuviésemos a gusto en la boda de su hermana Elia hace año y medio, es el
recuerdo que me queda. DEP”. Anita Guerra” “Es una pena descubrir así este
blog. No conocí a Álvaro, pero sí a su hermana e imagino que a algunos de sus
amigos. Lo siento mucho por todos. Qué difíciles (e inútiles) son las palabras
en momentos como éste. Muchísimo ánimo a toda la familia del CMUSA, mi
familia”. Betisman.
La
muerte y posterior donación de órganos de Álvaro por decisión de sus padres no
solo activó el protocolo previsto para estos casos, sino que desencadenó un
torrente de solidaridad, de cariño y de amistad, y sacó a la superficie lo
mejor de nosotros mismos: ese tesoro de humanidad que llevamos dentro.
P. Santiago